sábado, 13 de diciembre de 2008

Comienzo

cuando murió papá, en un velorio en que todo ocurría como en cámara lenta, yo mirando fijo al bombillo, tratando de llorar, de parecer sensible, una necesidad que descubrí tonta más que reprobable y entonces empecé a darme cuenta de que todo había sido mentira, tenía entonces 30 años y era un profesional con tanto éxito como se podía tener en aquel lugar ridículo y país en que trabajaba, no tenía pretensiones profesionales ni de ningún otro tipo, había estado en una guerra ajena y me sentía cómodo, leía todo lo que encontraba más como una deporte que por placer y mis héroes literarios eran todos imbéciles, Jean Vajean, Guilliat y Papa Goriot…, lo que más me gustaba era estar en el mar y estar solo, cosa que era fácil solo en invierno.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola.

Llego a través de Alberto.Un placer leerte.
Un saludo.Nacho

Anónimo dijo...

Gracias Nacho es casi probando probando

Alberto dijo...

Tus héroes literarios (que nunca supe explicarme como el de Jean Vajean y leer los miserables de atras a adelante) no me parecen nada imbeciles...
Hay otras formas de ver la vida y evaluar a la gente...quiza yo siempre estoy del bando de los "perdedores" y los "hombres de exito", cuando no me son indiferentes me repugnan.

Anónimo dijo...

Muy agradable tu paseo por aqui, te lo agradezco en terminos que si los escribiera serian un plagio de la "cucarachita martina" pero dime de verdad que Valjean seria mejor que Marius en la vida real y, al final, no es que la cosa es tratar de ser feliz?